Tuesday, September 12, 2006

Juntos, ni difuntos...

Yo le enseñé la vida a contraley; el amor a escondidas; la pasión limitada a cuatro paredes y durante cinco minutos robados al reloj; le hice ver que la luna no siempre brilla, también es oscura y granosa; que existen borrachos arrepentidos y putas felices; que la amistad no es un saludo, ni un préstamo, sino la incondicionalidad, la disposición y, sobre todo, perdón; le mostré que el camino largo siempre es mejor que el corto, porque llegas más tarde a casa; le enseñé a disfrutar el baile y la suavidad de una asiento acompañado de una buena plática; a escuchar "The Dark Side in The Moon", seguido de Celso Piña, "El Rebelde del Acordeón"; le comprobé que al morir adquieres cientos vidas, porque una la adquieres en el más allá y otras tantas como amigos tengas en la tierra y aparecerán cada vez que ellos te recuerden; le enseñé que lo delicioso no son las quezadillas, tortas, tacos o tamales, sino la compañía y el sabor de sus besos después de comer; le exigí una caricia después de follar y una bofetada después de hacer el amor; le enseñe a disgrutar "ERES" de Café Tacuba, a hacerla nuestra, a escucharla en los oídos imaginando que cada uno se la cantaba al otro en la distancia; gozamos videos viejos, conseguidos en la actualidad; pero, sobre todo y a pesar de todo, le demostré amor.

A mi, me enseñó que una rosa obsequiada con la complicidad de la oscuridad, es capaz de purificar el burdel mas insalubre y pecaminoso; me dejó saborear sus lágrimas emanadas en momentos de dolor; me enseñó a defender lo que se ama, pero también a perder lo más querido; me mostró lo bien que se siente que alguien acuda a ti de inmediato, cuando sólo te duele la cabeza; me enseñó a compartir; me mostró sus cálidos brazos y la fuerza de sus manos; me acompañó al cielo y me llevó al infierno; supe de Dios y de Satán; me condujo a una vida de domingo familiar; me enseñó a sentarme para disfrutar los cuerpos danzantes; me mostró lo pequeña que es una cama matrimonial para dos, cuando hay mucho cariño; me enseñó el brillo de la luna; el ritmo de una cumbia; el sabor de sus labios en una intimidad pública; ofendimos a un par de monjas y asombramos a los pasajeros subterraneos (verdaderamente los sorprendidos fuimos nosotros por hacerlo públicamente); me pidió ser su cómplice en la huída y su fan a su regreso a la Ciudad; me enseñó a disfrutar el camino de regreso de la playa; a buscar el equipaje en los camiones; pero, sobre todo y a pesar de todo, me mostró lo que es el amor.

Juntos, ayer fuimos todo. Separados, ahora, somo nada.

Cuando leas esto, sé que sabrás que es para ti.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home